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trabajo fuera del planeta. - Tomé una copia de mi curriculum, se la tendí -. Aquí están mis
cualificaciones. Mírelas y, si soy lo que usted desea, hábleme del trabajo. Escucharé y le
diré si estoy interesada o no.
Echó un vistazo a la hoja.
- Los informes que tengo me dicen que está usted hambrienta.
- Sólo cuando se acerca la hora de comer. Mis tarifas están en esa hoja. Son sujetas a
negociación... hacia arriba.
- Está usted muy segura de sí misma. - Miró de nuevo mi currículum -, ¿Cómo anda
Tripagorda?
- ¿Quién?
- Aquí dice que trabajó usted para las Empresas System. Le he preguntado: ¿cómo
está Tripagorda? Tripagorda Baldwin.
(¿Era aquello una prueba? ¿Había estado calculándolo todo cuidadosamente desde el
desayuno para hacerme perder los nervios? Si era así, la respuesta adecuada era no
perder los nervios pasara lo que pasara).
- El Presidente de las Empresas System era el doctor Hartley Baldwin. Nunca le he
oído llamar Tripagorda.
- Sí, creo que tiene algún tipo de doctorado. Pero todo el mundo en el negocio le llama
Tripagorda. Le he preguntado como está.
(¡Cuidado, Viernes!)
- Está muerto.
- Sí, lo sé. Me preguntaba si usted lo sabía. En este negocio te encuentras con
montones de sosías. De acuerdo, déjeme ver su bolsa marsupial.
- ¿Perdón?
- Mire, tengo prisa. Muéstreme su ombligo.
(¿Dónde se produjo esa filtración? Oh... No, liquidamos a toda esa banda. A todos
ellos... o al menos eso creyó el Jefe. Y no es probable que la filtración se produjera antes
de que acabáramos con ellos. No importa... hubo filtración... como el Jefe dijo que la
habría).
- Frankie, muchacho, si desea jugar usted a los ombligos conmigo, debo advertirle que
esa rubia oxigenada de la oficina de afuera está escuchando y casi con toda seguridad
grabando todo lo que pasa aquí.
- Oh, no está escuchando. Tiene sus instrucciones al respecto.
- Instrucciones que cumple de la misma forma que cumple su prohibición de no llamarle
Frankie durante las horas de trabajo. Mire, señor Mosby, ha empezado usted a discutir
asuntos clasificados bajo condiciones de no seguridad. Si desea usted que ella pase a
formar parte de esta conferencia, hágala entrar. Si no, sáquela del circuito. Pero no siga
abriendo más brechas en seguridad.
Trasteó algo en su escritorio, luego se puso repentinamente en pie, se dirigió hacia la
oficina de afuera. La puerta no era totalmente a prueba de sonido: oí voces irritadas, en
tono apagado. Volvió a entrar, furioso.
- Se ha ido a comer. Ahora dejemos a un lado las patrañas. Si es usted quien dice que
es, Viernes Jones, conocida también como Marjorie Baldwin, antiguo correo para
Tripagorda... para el doctor Baldwin, director ejecutivo de las Empresas System, tiene
usted una bolsa creada quirúrgicamente en la parte de atrás de su ombligo. Muéstremela.
Pruebe su identidad.
Pensé en ello. La exigencia de que probaba mi identidad no era irrazonable. La
identificación por las huellas dactilares es un chiste, al menos dentro de la profesión.
Evidentemente, la existencia de mi bolsa correo era ahora un secreto a voces. Ya no
volvería a ser útil nunca más... excepto en el sentido de que podía ser usada para probar
que yo era yo. ¿Lo era? Sonaba estúpido, lo mirara por donde lo mirar.
- Señor Mosby, ha pagado usted un kilodólar para entrevistarse conmigo.
- ¡Por supuesto que lo he hecho! Y hasta ahora, no he conseguido nada de usted
excepto estática.
- Lo siento. Nunca hasta ahora se me había pedido que mostrara el truco de mi
ombligo, porque hasta hace poco había sido un secreto muy bien guardado. O al menos
eso es lo que yo creía. Evidentemente ya no es un secreto, puesto que usted lo conoce.
Eso me indica que ya no puedo volver a utilizarlo para un trabajo clasificado. Si el trabajo
para el que usted me necesita requiere su utilización, quizá será mejor que reconsidere el
asunto. Un secreto ligeramente difundido es como una muchacha ligeramente
embarazada.
- Bueno... sí y no. Muéstremelo.
Se lo mostré. Siempre llevaba una esfera lisa de nailon de un centímetro de diámetro
en mi bolsa para evitar que se cerrara entre trabajos. Extraje la esfera, dejé que la
examinara, luego volví a meterla en su sitio... luego dejé que él comprobara que mi
ombligo no podía ser distinguido de cualquier otro ombligo normal. Lo estudió
cuidadosamente.
- No tiene mucha capacidad.
- Quizá sería mejor que contratara usted a un canguro.
- Es suficiente para lo que lo necesitamos... casi. Va a llevar usted la carga más valiosa
de toda la galaxia, pero no ocupará mucho espacio. Abróchese y arréglese las ropas;
vamos a ir a comer y no debemos... no debemos... llegar tarde.
- ¿De qué se trata?
- Se lo diré por el camino. Apresúrese.
Ya había un carruaje esperándonos. Allá en Beverly Hills, en las colinas que dan
nombre a la ciudad, hay un hotel muy antiguo que es a la vez muy elegante. Huele a
dinero, un olor que nunca me ha desagradado. Entre incendios y el Gran Terremoto ha
sido reconstruido varias veces, siempre de modo que tuviera el mismo aspecto que tenía
antes (o así he oído decir), y la última vez fue reconstruido a prueba de incendios y de
terremotos.
Nos tomó unos veinte minutos llegar, a paso de trote, del Edificio Shipstone hasta el
hotel; Mosby los utilizó para ponerme al corriente.
- Durante este trayecto es prácticamente el único momento en que los dos podemos
estar seguros de que no tenemos un Oído plantado sobre nosotros...
(Me pregunté si realmente lo creía. Podía pensar en tres lugares obvios para un Oído:
mi mono, sus bolsillos, y el acolchado del carruaje. Y siempre había interminables lugares
menos obvios. Pero este era su problema. Yo no tenía secretos. Ninguno, ahora que mi
ombligo era una ventana abierta al mundo).
-...así que hablemos rápido. Estoy de acuerdo con su precio. Habrá además una
bonificación al terminar el trabajo. El viaje es de la Tierra a El Reino. Para eso se le paga;
el viaje de vuelta es de vacío, pero puesto que todo el viaje ocupa cuatro meses, se le
pagarán cuatro meses. Recibirá usted su bonificación al otro lado, en la capital imperial.
Salario: un mes por anticipado, el resto a su vuelta. ¿De acuerdo?
- De acuerdo. - Tenía que evitar sonar demasiado entusiasmada. ¿Un viaje de ida y
vuelta a El Reino? Querido muchacho, sólo ayer estaba dispuesta a hacer este viaje por
el salario más ridículo -. ¿Qué hay de los gastos?
- No va a tener mucho que anotar en el capitulo de gastos. Esos cruceros de lujo
funcionan con todos los gastos pagados.
- Propinas, extorsiones, excursiones a tierra, diversiones, bingos, y todas esas cosas...
como mínimo estos gastos ascienden a un veinticinco por ciento del precio del billete. Si
tengo que aparentar que soy una turista rica, debo comportarme como tal. ¿Es esa mi
identidad ficticia?
- Oh... bueno, sí. De acuerdo, de acuerdo... nadie se va a llevar las manos a la cabeza
si gasta usted unos cuantos miles pretendiendo ser la Señorita Mucho Dinero. Haga una
nota de los gastos, y le serán pagados al final.
- No. Adelante el dinero, un veinticinco por ciento del precio del billete. Si llevo cuenta
de gastos no estaré en mi papel; la Señorita Mucho Dinero no se preocupa de tales
fruslerías.
- ¡De acuerdo! Cállese y déjeme hablar; pronto vamos a llegar. Usted es un artefacto
viviente.
Llevaba mucho tiempo sin sentir ese frío estremecimiento. Me repuse inmediatamente
y decidí hacerle pagar caro esa brusca y cruda observación.
- ¿Está siendo usted intencionadamente ofensivo?
- No, en absoluto. No se confunda. Usted y yo sabemos que una persona artificial
puede ser tomada, sin preparación, por una persona natural. Llevará usted, en estasis, un
óvulo humano modificado. Lo llevará usted en su bolsa del ombligo, donde la temperatura
constante y lo blando de las paredes protegerán la estasis. Cuando llegue usted a El
Reino, atrapará usted un resfriado o algo así y será llevada al hospital. Mientras esté
usted en ese hospital, lo que lleve será transferido a donde corresponde para seguir su
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