[ Pobierz całość w formacie PDF ]
¿Qué ves, Rojo Dos?
Lo siento, Rojo Uno... Tu paquete ha explotado en el límite del escudo. Repito: no ha
logrado pasar. Déjame intentarlo, ¿de acuerdo?
Negativo dijo Tuketu, haciendo virar el bombardero para ejecutar otra pasada .
Quiero probar algo que se me ha ocurrido...
Hubo un repentino chisporroteo de estática, y después Rojo Dos volvió a hablar por el
canal. Un nudo de nerviosa inquietud estaba a punto de quebrarle la voz.
Tuke, ese Gordo viene hacia aquí... Sus baterías acaban de freír al Escolta Ocho.
Sal de aquí lo más deprisa que puedas dijo Tuketu . Llévate a mi escolta. Tengo
el objetivo en las miras. Mantén el astillero entre tu nave y el Gordo. Si no consigo darle
esta vez, quiero que tú y Flick dejéis caer vuestros huevos justo en esa costura, uno-dos.
¿Entendido?
Entendido. ¿Qué estás tramando?
Aléjate y mantente preparado para intervenir en el caso de que sea necesario.
Tuketu desconectó el canal de combate . ¿Skids?
Estoy aquí, como siempre.
Quiero dejar aparcado el pájaro a velocidad cero justo encima de esa costura para
que puedas alinear el lanzamiento desde diez metros de distancia. Si el huevo consigue
pasar, saldremos de aquí a toda velocidad: sus escudos nos protegerán durante el tiempo
suficiente.
Eso es lo que crees.
Tuketu alzó la mirada hacia la burbuja de la carlinga y contempló el astillero.
Esa monstruosidad está repleta de Destructores Estelares, Skids. Tiene que
desaparecer. ¿Puedes hacer el tipo de disparo que te estoy pidiendo? Ya sabes que eso
es cosa tuya.
Sí, puedo hacerlo replicó Skids . Vamos allá.
¿Qué demonios está haciendo? preguntó Brand . No ha dejado caer su huevo
durante la primera pasada, y ahora se dedica a dar vueltas por ahí.
No lo sé... Su canal de combate está desconectado dijo el oficial táctico . Casi
parece como si estuviera intentando meter su bombardero en la zona de interferencia.
Brand apartó la mirada de la mesa de trayectorias y la volvió hacia el astillero justo a
tiempo de ver cómo quedaba envuelto por una enorme explosión que desprendió el navio
de impulsión de su dique seco e hizo que toda la estructura del astillero iniciara una lenta
rotación. Brand tragó saliva y ordenó a las baterías principales que dirigieran sus letales
haces de energía hacia el astillero herido de muerte, y contempló cómo se abrían paso a
través de lo que quedaba de él, convirtiendo el amasijo de naves que contenía en una
nube de restos retorcidos y llameantes que se fue extendiendo rápidamente por el
espacio.
El navio de impulsión dañado cayó lentamente hacia el planeta en un grácil picado de
muerte mientras la disección continuaba. El navio de impulsión que había estado abriendo
la órbita lo siguió durante una parte del trayecto, y después ascendió y empezó a alejarse
a máxima potencia, dejando abandonados detrás de sí a media docena de cazas
esparcidos por el espacio.
Brand le dio la espalda a los visores y se apoyó pesadamente en la mesa de
trayectorias con las dos manos, como si necesitara proporcionar algún punto de apoyo a
sus temblorosas piernas.
Ahora ya sabemos con qué hay que golpearles para que no vuelvan a levantarse
murmuró . Inicien las operaciones de recuperación.
El Tholos ascendió hasta quedar a tres mil kilómetros por encima del plano del sistema
estelar y después fue reduciendo la velocidad hasta detenerse e iniciar una lenta rotación.
Durante el ascenso desde el tercer planeta, todo un cargamento de bombas de
gravedad había sido amontonado en el conducto de lanzamiento central y las baterías
principales se habían desplazado a lo largo de sus raíles internos hasta que las ocho
quedaron concentradas en el hemisferio superior de la nave. Esa nueva posición
permitiría que todas pudieran dirigir su fuego sobre el mismo objetivo durante el picado de
ataque.
Cuando llegue el momento de matar a tu enemigo debes emplear todos los medios a tu
alcance...
¡Ko nakaza! gritó Par Drann, con las crestas de combate hinchadas y totalmente
desplegadas . Soko darama... Por el honor del virrey, los Benditos y el Todo. Y ahora,
guardián..., ahí está nuestro objetivo. ¡Máxima velocidad! Antes de que las alimañas
puedan escapar...
Nil Spaar acarició delicadamente el maranas colgado en la quinta alcoba. Había
doblado su tamaño en sólo tres días, y la superficie había adquirido un hermoso brillo
iridiscente que presagiaba una nidada de excelente calidad. Nil Spaar curvó la lengua
alrededor de su dedo y paladeó el complejo aroma y sabor de las secreciones aceitosas.
«Nittaka... pensó . Un macho joven y fuerte que llevará mi sangre en sus venas y la
hará perdurar.»
Hubo un ruido detrás de él, y el virrey se volvió para ver a Tal Fraan inmóvil en la
entrada de la celda. Sus ojos aún tuvieron tiempo de percibir un borroso manchón de
[ Pobierz całość w formacie PDF ]